Cuando uno participa en un congreso de esta envergadura, se encuentra dividido entre varias sesiones que a menudo no guardan relación con el cronograma que uno había planificado de antemano. Lo digo porque decidí, de manera espontánea, asistir a una sesión sobre inteligencia artificial y resultó ser una mesa de charla muy interesante. Allí, personas de diferentes edades, desde los 30 hasta más de 75 años, conversábamos libremente y planteábamos la pregunta de si en algún momento la inteligencia artificial podrá expresar sentimientos y tomar decisiones como lo hacemos los seres humanos. También debatíamos sobre cómo estas cuestiones afectarán al campo de la Evaluación de Impacto Ambiental a lo largo del tiempo, todos juntos como si fuéramos filósofos.
Otra sesión a la que nunca falto es la del Sr. Behzad Raissiyan, quien año tras año tiene la habilidad de expresar con sencillez y claridad los pensamientos más complejos. Esta vez presentó su “teoría de la madurez cultural de la EIA”. Trataré de explicarla sin llegar siquiera a sus talones. Comenzó en los niveles básicos, la escala más baja, donde se ubican aquellos países donde la madurez viene por el lado de la esperanza, aquellos que necesitan creer en el proceso de Evaluación de Impacto Ambiental, pero carecen de un conjunto de requisitos básicos, como son algunos marcos legales. Atravesó escalas y llegó a la máxima madurez, aquel punto donde nadie se pregunta si creen o no. En mis palabras, lo explicaría con un ejemplo: ¿Le preguntarías a una persona si es necesario un brazo en su cuerpo? Nadie diría para qué lo quiere, se nace con dos brazos, se conocen las funciones y no se nos ocurriría discutir. Así es como estos países tienen incorporado en su ADN el cuidado ambiental, la sostenibilidad y la inclusión. Durante su exposición, fue imposible no intentar ubicar en qué escala estamos, qué grado de madurez en EIA tenemos, lo cual me generó cierto grado de tristeza. Hacia el final me encontré pasando de predecir el futuro a enfrentar la cruda realidad…estos procesos de pensamiento son los que me incentivan a seguir.
Esta vez fue Malasia, anteriormente fueron Canadá y Australia, originalmente fue África. No importa dónde se lleven a cabo estos congresos, sin duda, la congregación de todas estas mentes nos permite ver más allá, tal vez volar y pensar que, sin importar el tiempo que nos lleve, es posible trabajar por un desarrollo compatible con un ambiente sano. Me pregunto ¿Tendremos la capacidad de madurar o simplemente esperaremos el momento en que la inteligencia artificial decida por nosotros? Ciencia ficción o realidad… Personalmente, no creo llegar a verlo.
Vamos por IAIA, Irlanda 2024, por más de estas increíbles experiencias y aprendizajes.